
Cómo reconocer el TDAH en adultos
El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) se ha visto tradicionalmente como un diagnóstico infantil en algunos países, y hasta hace pocos años no se diagnosticaba comúnmente en adultos. Anteriormente, a medida que los niños diagnosticados con TDAH crecían, el diagnóstico se eliminaba o, en casos particularmente graves de desadaptación, se describía y trataba como algo más, como esquizofrenia crónica o trastorno orgánico. En efecto, el TDAH es un trastorno del neurodesarrollo, lo que significa que sus manifestaciones iniciales ocurren temprano en la vida. Sin embargo, a menudo estas manifestaciones pasan desapercibidas. Comprender este trastorno es crucial para no perder la oportunidad de aliviar la carga que conlleva. En psiquiatría, una condición solo se considera patológica si lleva a angustia subjetiva (experiencias desagradables) y/o deterioro funcional (desadaptación) o comportamiento socialmente inaceptable.
En el caso del TDAH, el deterioro funcional ocurre debido a las dificultades con el autocontrol y la autoorganización, lo que lleva a una angustia subjetiva, a menudo manifestada como ansiedad, vergüenza y otras emociones desagradables. También puede ocurrir un comportamiento socialmente inaceptable, impulsado por la impulsividad, como ignorar reglas e instrucciones debido a caprichos y tomar decisiones irreflexivas.
Diagnóstico de TDAH
El diagnóstico de TDAH se establece cuando la presentación clínica:
Cumple con los criterios necesarios,
Conduce a las consecuencias descritas anteriormente,
No puede explicarse por otras condiciones, como otros trastornos mentales, enfermedades somáticas o intoxicaciones.
Los criterios se dividen en dos grandes grupos: síntomas de inatención y de hiperactividad/impulsividad. La inatención se manifiesta como dificultades para mantener la atención en tareas que no ofrecen una alta estimulación o recompensas inmediatas, alta distractibilidad y problemas con la planificación y organización. La hiperactividad se expresa a través de un movimiento excesivo y la incapacidad de quedarse quieto, especialmente notable en situaciones que requieren calma y autocontrol. La impulsividad se caracteriza por la tendencia a actuar inmediatamente en respuesta a estímulos sin un análisis previo y consideración de las posibles consecuencias.
Un extracto de la última revisión del manual diagnóstico (CIE-11) describe los síntomas: Inatención:
- Dificultades para mantener la atención en tareas que proporcionan altos niveles de estimulación o recompensa o requieren esfuerzo mental sostenido; falta de atención a los detalles; cometiendo errores por descuido en tareas escolares o laborales; no completar las tareas.
- Se distrae fácilmente por estímulos o pensamientos no relacionados con la tarea; a menudo no escucha cuando se le habla directamente; parece estar soñando despierto o perdido en sus pensamientos.
- A menudo pierde cosas, olvida actividades diarias; tiene dificultades para recordar tareas o acciones diarias futuras; tiene dificultades para planificar, gestionar y organizar actividades escolares, tareas y otras actividades.
Hiperactividad-Impulsividad:
- Actividad motora excesiva; a menudo abandona lugares donde se supone que debe estar quieto; los niños a menudo corren por todas partes y tienen dificultades para quedarse quietos; los adolescentes y adultos pueden sentir inquietud física, incomodidad en el silencio o mientras están sentados.
- Dificultad para participar en actividades tranquilamente; muy hablador.
- Responde de manera impulsiva en la escuela o en el trabajo, interrumpe o se inmiscuye en las conversaciones o juegos de los demás; tiene dificultades para esperar su turno en conversaciones, juegos y actividades.
- Tiende a actuar inmediatamente en respuesta a estímulos sin considerar los riesgos y consecuencias (por ejemplo, comportamientos que pueden llevar a daño físico, decisiones impulsivas, conducción imprudente).
El inicio de los síntomas suele ocurrir antes de los 12 años, y a menudo se hace evidente en la escuela, cuando se espera que el niño permanezca sentado durante las lecciones y absorba información. La variante hiperactiva es más obvia para los padres, educadores y maestros, ya que estos niños son inquietos, “no paran”, hablan constantemente y alteran la disciplina. La variante inatenta, sin embargo, a menudo pasa desapercibida y se manifiesta como un bajo rendimiento académico, poca autoorganización y se suele etiquetar erróneamente como “pereza”. Es más probable que tales individuos lleguen a la adultez sin entender lo que les sucede y busquen ayuda médica debido a la ansiedad o depresión concomitantes.
¿Por qué se hace el diagnóstico?
Cada persona es diferente, y la capacidad de organizar actividades orientadas a objetivos varía mucho. Algunos pueden planificar su día al minuto, gestionar fácilmente sus tareas y alcanzar los objetivos establecidos. Otros, sin embargo, pueden tener dificultades con la autoorganización—olvidando planes, procrastinando y distrayéndose fácilmente con minucias. Sin embargo, a pesar de su descuido, cumplen con sus deberes, aunque con gran esfuerzo, apresurándose a completar todo la noche anterior a una fecha límite. Esta es una variabilidad normal en los rasgos, ¿entonces por qué patologizar un extremo del espectro?
Anteriormente, discutimos dónde está la línea entre la “norma” y la “patología” en psiquiatría. Principalmente, implica dificultades para adaptarse a las condiciones dictadas por el entorno—ya sea demandas académicas, laborales o sociales, como la necesidad de escuchar a un compañero de conversación hasta el final o llegar a tiempo a reuniones con amigos (esto es una simplificación; en realidad, los problemas sociales de las personas con TDAH son mucho más amplios). Un gran número de personas puede verse reflejada en memes sobre la procrastinación, la hiperconcentración en TikTok y la irritación por tener que esperar en una fila. Pero para la mayoría de nosotros, estas cosas no causan problemas graves en la vida, y para ajustar la disciplina, basta con aplicar recomendaciones de libros de autoayuda como “Hábitos Atómicos”. Así, la “norma” termina donde comienza la desadaptación: la incapacidad de obtener una educación, mantener un trabajo o mantener fuertes conexiones sociales, todo debido a los síntomas del TDAH. Al identificar el problema, podemos empezar a abordarlo. Por lo tanto, el propósito del diagnóstico es ayudar al individuo. Actualmente, existen varios métodos para esto, tanto farmacológicos como no farmacológicos, y sería imprudente ignorarlos.
Dónde y por qué buscar ayuda
Para el diagnóstico, se debe consultar a un psiquiatra. Por ley en muchos países, solo un psiquiatra está calificado para diagnosticar trastornos mentales. Aunque los criterios diagnósticos y los materiales de autoayuda que describen “señales de advertencia” están disponibles públicamente, ¿por qué buscar la ayuda de alguien si puedes autodiagnosticarte TDAH y luego buscar tratamiento en línea? Hay tres razones:
- Los síntomas del TDAH no son específicos y también pueden ocurrir en otras condiciones, lo que requiere un diagnóstico diferencial. Las dificultades para concentrarse y la inquietud pueden explicarse por un trastorno de ansiedad, mientras que los períodos alternados de hiperconcentración y posterior agotamiento podrían ser en realidad un cambio en las fases afectivas del trastorno bipolar. En la consulta, el médico realizará una entrevista detallada con aclaraciones sobre los detalles y características del curso para entender cuál hipótesis explica más completamente la condición.
- El TDAH a menudo coexiste con otros trastornos, como los trastornos de ansiedad, afectivos y de personalidad. También es necesario identificar (o excluir) estos para recibir la ayuda necesaria.
- Si se necesita terapia con medicamentos, solo un médico puede recetar medicamentos. Además, su función incluye evaluar la efectividad y monitorear los efectos secundarios de la terapia.
La frase “si se necesita terapia con medicamentos” significa que no siempre es necesaria. En algunos países, solo un medicamento está aprobado y registrado para tratar el TDAH. Otros medicamentos no están disponibles en el mercado o están listados como drogas psicotrópicas prohibidas en circulación. En el extranjero, la elección de medicamentos es más amplia, pero las directrices internacionales no siempre recomiendan la medicación al inicio del tratamiento. En los casos en que el uso de medicamentos no sea posible debido a intolerancia o contraindicaciones, la terapia es un componente importante del tratamiento. Se considera que la forma más efectiva de terapia es el entrenamiento de habilidades en grupo, basado en un algoritmo desarrollado por Steven A. Safren, pero la terapia cognitivo-conductual individual también puede ser beneficiosa. Además, muchas personas encuentran útil la participación en grupos de ayuda mutua, a menudo organizados en línea por pacientes.
En algunos países, existe un problema: muchos médicos no reconocen el TDAH en adultos, lo que hace que sea difícil encontrar un especialista que pueda confirmar o excluir este diagnóstico. Es posible en el sistema de salud pública (como los dispensarios psiquiátrico-neurológicos locales), pero la probabilidad es pequeña, especialmente en asentamientos más pequeños. En clínicas privadas, se pueden buscar frases como “medicina basada en la evidencia” en la descripción de los principios de la institución. Además, algunos médicos, psicoterapeutas y psicólogos señalan que están “informados sobre el TDAH” o enumeran este diagnóstico entre las condiciones con las que trabajan; tales “banderas verdes” aumentan significativamente la probabilidad de recibir ayuda calificada.